jueves, 2 de diciembre de 2010

Mujeres con discapacidad: por el reconocimiento de sus derechos

Su educación fue limitada. Pero le hubiera gustado ser pianista…

Se llama Guadalupe Orozco Romero y su voz se escucha firme durante el primer día del 1er Encuentro Nacional de Personas con Discapacidad Intelectual. “Los derechos en nuestras voces”, organizado por CONFE A.C., en Ixtapan de la Sal, Estado de México: “Lucharé cuantas veces sea necesario, seguiré en el intento, para lograr lo mejor en mi vida”.

Guadalupe no es pianista. Pero sí es una mujer autogestora que, como representante de CEDDIF, sabe cuáles son sus derechos y ayuda a que otras personas con discapacidad los reconozcan y los defiendan.

Este lunes 29 de noviembre, participa en la mesa de trabajo “Mujeres con discapacidad”, moderada por Raquel Jelinek, directora general del Centro de Investigaciones y Servicios de Educación Especial A.C. y presidenta de Inclusión Interamericana para la región de las Américas.

Habla orgullosa, de su madre, “que me acepta como soy”. De la importancia de que los padres quieran y apoyen a sus hijos tal como son, con su discapacidad y no por ella, ni rechazándolos por su condición.

Y también sobre los derechos de las mujeres con discapacidad: “Tenemos el derecho a que respeten nuestras decisiones. La sociedad no debe maltratarnos, burlarse o ejercer violencia sobre nosotras”.

Destaca también el derecho al trabajo bien pagado y a ganar su propio dinero. “Para salir adelante y poder formar una familia. Hay muchas barreras en el camino, pero se puede. Sólo pedimos una oportunidad”.

No duda al afirmar que una mujer con discapacidad experimenta una doble desventaja: ser mujer y tener discapacidad, lo cual se refleja en el hogar, en el trabajo, en la educación.

“Esto a su vez crea desventajas mayores en la sociedad actual: como aumentar la pobreza a causa del desempleo y la falta de ingresos”.

Y a la voz de Guadalupe se suma en esta mesa de trabajo de autogestores con discapacidad, la de Sandra Leticia Pérez Salazar, quien confiesa:

“A veces me cuesta trabajo decir que tengo discapacidad intelectual, ya que la gente se burla de mí, pues confunden o creen que es lo mismo ser ‘tonta’ a tener discapacidad intelectual.

“Tener discapacidad intelectual, implica que mi forma de aprender es diferente al resto de las personas que no la tienen, pero ¡Claro que puedo superarme! Puedo aprender cosas nuevas, puedo trabajar y valerme por mí misma”.

Sandra destaca el derecho de las mujeres con discapacidad a elegir una pareja sin que nadie les impida mantener una relación de pareja por su condición.

“Implica que nos dejen tomar decisiones para equivocarnos y aprender de los errores que cometemos”. Ser independientes. Pueden serlo. Lo son cuando en su entorno existen las condiciones que requiere toda mujer para serlo.

¿Qué implica? Sandra misma responde: “Que debemos ser educadas para la vida, dice, que deben advertirnos de los peligros, pero también, dejarnos vivir y experimentar por nosotras mismas”.

“Como mujeres con discapacidad, nos gustaría que se abrieran proyectos, oportunidades para nosotras para poder practicar algún deporte, por ejemplo futbol, natación, patinaje artístico, luchas, box pero que sea un espacio en el que se nos trate con respeto”.

Sandra habla simplemente de derechos fundamentales de todo ser humano: acceso a la educación, a la salud, al trabajo digno, al deporte, a entornos accesibles, a la cultura y el entretenimiento, al trato digno y respetuoso, a vivir libre de violencia. A la no discriminación o trato diferenciado por presentar una condición de discapacidad.

Las voces de Guadalupe y Sandra son el eco, de miles de mujeres con discapacidad que en México no son tratadas de forma equitativa, pero que tienen la capacidad para levantar su voz, hablar por sí mismas y convertirse en sus propias defensoras de los derechos que tienen, al igual que cualquier otra persona, como lo establece la Convención sobre los Derechos para las Personas con Discapacidad de la Organización de Naciones Unidas (ONU).

De acuerdo con Women Watch, las niñas y mujeres con discapacidad, con frecuencia “son invisibles”, no solo para establecer políticas de Estado en atención para ellas, sino también entre quienes promueven los derechos de las PcD’s, de la igualdad de género y los derechos de la mujer.

María Luisa López / Infoinclusión
marialuisa@infoinclusion.com

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