lunes, 11 de abril de 2011

Personas con discapacidad en reclusión ¿en qué situación viven? *


No es ninguna novedad que en México, por desgracia, cada vez hay más personas en situación de reclusión que no deberían estarlo. Tampoco que hay ingobernabilidad y violencia en el sistema penitenciario mexicano.

Y mucho menos, que, como también dijo hace apenas unos días Luis González Plascencia, titular de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), que “en 15 años no ha habido mejorías en los reclusorios capitalinos y cada vez su situación empeora.

Que en ellos no se da el proceso debido de readaptación social. Vaya qué podemos decir del sistema de justicia en general, de nuestro país…

Pero hay un tema casi invisible en este terreno y que apenas tocó también el ombudsman capitalino”. El de las personas con discapacidad que, por su condición, no deberían estar ahí, excepto que, de comprobarse que cometieron algún delito, tuvieran un contexto de respeto a sus garantías individuales, de respeto de sus derechos.

Digo esto a propósito de una experiencia que compartió por correo electrónico a varias personas hace unos días Carlos Ríos Espinosa, integrante del Comité de Expertos de la ONU para la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad desde septiembre de 2010, y de la que hemos hablado mucho en este espacio.

Fuerte experiencia que me permito ahora, compartir a su vez con ustedes:

El pasado viernes 2 de abril, en su calidad de Consejero de la CDHDF, Ríos Espinosa visitó, en compañía de la Segunda Visitadora del mismo organismo, Rosalinda Salinas, el Reclusorio Preventivo Oriente. A ella le agradezco que el día de hoy esté con nosotros para bloggear sobre el tema del día de hoy, de 11:00 a 12:00 hrs.

El objetivo de la visita de Salinas y Ríos Espinosa al citado reclusorio: verificar la manera en que los reclusorios capitalinos cumplen (o no) con el artículo 14 de la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que les recuerdo, establece, entre otras cosas que: “Los Estados Parte asegurarán que las personas con discapacidad que se vean privadas de su libertad en razón de un proceso tengan, en igualdad de condiciones con los demás, derecho a garantías de conformidad con el derecho internacional de los derechos humanos y a ser tratadas de conformidad con los objetivos y principios de la presente Convención, incluida la realización de ajustes razonables”.

Bueno, la cita nos sirve de contexto, ahora regresemos a la experiencia que nos comparte Carlos Ríos Espinosa.

Entiendo que la visita de ambos promotores de derechos humanos, forma parte de una serie de ellas que se realizarán con funcionarios de la CDHDF, para afinar los instrumentos de monitoreo de los derechos de las PcD’s que están privadas de su libertad en el D.F.

Nos cuenta Ríos Espinosa que en el Reclusorio Oriente tienen censadas a 189 personas con diferentes tipos de discapacidad, y a las cuales ubican en el dormitorio nueve. Aparte  existen otras 39 que tienen discapacidad psicosocial o intelectual, tema que merece un blog aparte después, pero que ahora me hace recordar que el año pasado hablamos aquí del “Informe Abandonados y Desaparidos. La Segregación y el Abuso de Niños y Adultos con Discapacidad en México”. Acá se los dejo por si no lo vieron.

Pero regresemos al tema de hoy. “Hace falta revisar uno por uno todos los expedientes, pero ciertamente se requiere darle visibilidad al tema porque hay situaciones que requieren intervención urgente”, afirma Ríos Espinosa.

Y nos da un estremecedor ejemplo:

Sergio (omite sus apellidos por ahora) es una persona acusada de robo agravado. Se le acusa de haber intentado asaltar a una persona con un arma de juguete –todavía no se le condena-, lo cual en el Distrito Federal se equipara a la violencia moral, de acuerdo con el artículo 225 del Código Penal. En el evento del que se le acusa, Sergio recibió un balazo del escolta de una señora, lo cual le produjo una lesión medular y una discapacidad motriz irreversible. El supuesto robo no se consumó.

Sergio está en calidad de detenido desde noviembre de 2010, y hasta el pasado viernes 2 de abril, estuvo en la unidad de servicios médicos del Reclusorio Oriente y a pesar de ello, se determinó que estaba en aptitud de pasar a una celda del dormitorio nueve.

Tanto Ríos Espinosa como Espinosa, llegaron al reclusorio justo en el momento en el que se le estaba trasladando a la celda, y se percataron de que había una persona en el suelo, acostada sobre una tabla de madera.

Ambos son testigos de que Sergio tiene tres escaras en el cuerpo, una en la espalda y dos en los tobillos, ello debido a falta de adecuada movilización.

“Todavía no se sienta, aunque ya hay un certificado médico que dice que sí puede hacerlo. Llevaba por lo menos cuarenta y cinco minutos encima de la tabla, en el suelo porque la cama de cemento en la que se le iba a colocar estaba ocupada por otra persona –se le debía colocar un colchón especial. En lugar de acondicionar primero la cama y después llevarlo, hicieron justo lo inverso. El tema es que cuando se terminó de ‘acondicionar’ la cama, nos pudimos percatar de que Sergio no cabía. Sus pies sobresalían sobre los barrotes. Les hice notar que tener a Sergio en esas condiciones puede equipararse a trato cruel, inhumano y degradante. La licenciada Salinas de inmediato solicitó medidas precautorias a las autoridades  del Reclusorio para que trasladaran a Sergio a la Unidad Médica del Reclusorio, a lo cual accedieron.




* Este es un fragmento de mi más reciente post publicado en el  blog Mundo D, de El Universal, el pasado viernes. Si te interesa leerlo completo solo tienes que hacer click aquí

No hay comentarios:

Publicar un comentario